El miedo al fracaso sucede cuando una pregunta recorre nuestra mente: «¿Y si lo hago mal?». Esto nos sucedió a todos alguna vez cuando íbamos a realizar una tarea importante. El problema se genera cuando se aumenta demasiado el nivel de autoconsciencia y sube la tensión. Además, la concentración tiende a decaer y es posible que efectivamente lo que planeamos salga mal. Como una profecía autocumplida, el estrés termina limitando nuestra mente.
Sian Beilock, científica especializada en el pensamiento cognitivo, presidenta del Barnard College y autora de libros como Choke, ha ofrecido consejos para engañar a la mente en esos momentos de estrés. para obtener así el mejor rendimiento posible. Desarrolló más a fondo este fenómeno, y ha dado los trucos para vencerlo, en el podcast de mejora personal How To!.
La propia Beilock ha sentido esta presión perjudicial cuando participó como portera en un equipo de fútbol. “Todo se desmadró cuando me di cuenta de que el entrenador me estaba mirando justo detrás de la portería. Era muy consciente de mi existencia: de lo que llevaba, de la temperatura, de mis pensamientos. Así que jugué muy mal” explica Beilock.
“Fui incapaz de realizar los parones que solía dar. La pelota se colaba por todos lados. Fallaba tácticas que habían funcionado mil veces en la práctica. El entrenador se marchó, pensé que le había decepcionado, que hasta ahí llegaba mi carrera en el equipo. Recuerdo llegar a casa tan frustrada, y sin entender por qué todo el trabajo duro previo se había desvanecido en cuestión de segundos” comenta.
Beilock explica que lo que le ocurrió es un fenómeno psicológico llamado el punto de mira. Es fácil de explicar: en momentos importantes o sociales, dedicas tanta atención a todo lo que haces que acabas creyendo que los demás te dedican esa misma atención, pero resulta que ellos no te tienen en el punto de mira… porque se están mirando a ellos mismos.
Según Beilock el mejor ejemplo es cuando alguien levanta la mano durante una reunión de trabajo y dice algo que cree que ha sido estúpido. Luego, le pregunta a un compañero que estaba en la reunión «¿Escuchaste lo que dije? Madre mía, qué comentario más tonto, qué vergüenza. Y entonces el amigo dice no sé de qué le hablas, que no lo recuerda”, explica.
El punto de mira: la mente y el estrés
El punto de mira no ocurre exclusivamente cuando eres observado/a. Se activará siempre que seas consciente de que el resultado de tu acción va a ser muy importante. Empiezas a pensar qué dirán los demás si saben que he dedicado tanto tiempo para nada y cosas similares. A todas ellas se le aplica lo mismo de arriba: en realidad, a nadie le importará tanto lo que hagas o dejes de hacer.
Beilock asegura que si recuerdas el fenómeno de “el punto de mira”, te relajarás al recordar que nadie te está prestando tanta atención como crees. O que nadie se tomará tan en serio las consecuencias de tus acciones, acaben bien o mal. Si prácticas este recordatorio, fortalecerás tu mente y cada vez te costará menos.
Hacemos lo que podemos, no estamos obligados a triunfar
Un consejo final: recordar que eres la suma de todas tus partes. Si un día hay una área de tu vida en la que todo ha salido mal, recuerda que estás triunfando en otros ámbitos como en el trabajo o en la familia. Si no es así y llevas una mala racha en general, recuerda o anota victorias del pasado, por muy pequeñas que sean. Eso crea un efecto dominó de pensamiento positivo que te recuerda que un fallo hoy no significa que fallará siempre; venciste obstáculos antes y lo volverás a hacer.