Sanar a nuestra madre es clave para evolucionar en la vida
La relación con nuestra madre es la más significativa en nuestra vida, es el puente para acceder a la mayoría de nuestras experiencias como adultas.
Cuando estuvimos en su vientre, fuimos una con ella y nuestros primeros años estuvimos en su mismo plano emocional, estableciendo una fusión, en donde los sentimientos y vivencias de ella las sentíamos como propias.
El vínculo con la madre es fundamental para la supervivencia, para los niños la madre es su mundo entero, se ven en ella como un espejo.
De aquí la importancia del discurso materno, con base en lo que nuestra madre nos nombró construimos el personaje que se crea desde la infancia y se consolida en la adolescencia, y con el cual vivimos toda nuestra vida y manejamos todas las relaciones de adultos.
Qué pasa cuando la relación con nuestra madre es tóxica?
Lamentablemente, no siempre la relación con nuestra madre es como quisiéramos que fuese, esta llena de contrariedades, rencores y dilemas.
Nos han enseñado que nuestra madre es casi como un ser inmaculado, perfecto y a veces dejamos de ver su naturaleza humana, con lo cual nos sentimos con el derecho de juzgarla o de ocupar el lugar que no nos corresponde, es decir, inconscientemente dejamos de comportarnos como hijas, para convertirnos en la madre de nuestra propia madre.
El ocupar un lugar que no nos corresponde, afecta muchos aspectos de nuestra vida, como las relaciones con otras personas o nuestra prosperidad y abundancia. Esto genera un bloqueo, que seguirá presente en nuestra vida hasta que tomemos consciencia de los que nos pasa y tomemos acción
Cuatro cosas que podemos hacer para sanar la relación con nuestra madre
1. Reconocer la naturaleza humana de nuestra madre, ella es producto de lo que su propia madre hizo con ella. Además hizo con nosotras como hijas lo mejor que pudo con los recursos emocionales con los que contaba.
2. No intentar cambiarla, no tenemos ese poder, solo somos responsables de nuestro actuar y en la medida en que nosotras vamos tomando consciencia, todo a nuestro alrededor cambia, pues lo miramos desde otra perspectiva.
3. Cultivar la espiritualidad, en el momento en que entendemos que cada una de nosotras vino a este mundo a aprender y que tanto los padres como los hijos son maestros de vida que contribuyen a esa evolución, nos liberamos de toda la carga de culpa, juicios y comenzamos a mirar desde un amor incondicional, no solo a nuestra madre sino a nuestro prójimo.
Una herramienta muy eficaz para cultivar la espiritualidad es la meditación.
Además los padres y los hijos son como espejos donde se nos refleja aquello en lo que debemos trabajar como seres humanos para ser nuestra mejor versión cada día
4. Hacer una carta de liberación, donde le manifestemos a nuestra madre todo el dolor, abandono e incomprensión que sentimos en nuestra infancia, pero a la vez agradecerle por la vida, honrarla, perdonarla, bendecirla, y en la carta es importante mencionar que tomamos el papel que nos corresponde de hijas, que nos liberamos de todas las cadenas de maltrato, abandono y abuso. Una vez la terminemos, podemos hacer un ritual para leerla y quemarla.
Por último, debo mencionar que, cada proceso es muy diferente, hay quienes además de todo lo antes mencionado necesitarán ayuda con un profesional, pero es importante invertir en nuestra salud mental, para avanzar en la vida.