Hace dos años el stand up titulado Nannette revolucionó las redes, por la crudeza con la que Hannah Gadsby relataba las razones por las que sentía que debía dejar de hacer humor. En el monólogo de 70 minutos grabado en el Ópera de Sydney, la comediante comienza haciendo las típicas bromas acerca de la comunidad LGBT, de lesbianas, de la mirada que la sociedad tiene sobre la homosexualidad y de temas relacionados. Sin embargo, con el correr de los minutos Gadsby comienza a relatar momentos en los que sufrió sólo por ser mujer. «Ahora no es gracioso, ¿no?», expresa.
Es que los últimos veinte minutos son absolutamente desgarradores. Al explicar cómo se crea la comedia, genera una tensión en el público para luego provocar sus carcajadas. Con un brillante uso de la ironía, afirma que la gracia viene desde lo inesperado. Lo impensado, en este caso, es que relate su historia de vida ante la incomodidad del público. Confiesa que ella no contó bien su historia. Porque toda historia tiene tres partes: el principio, el nudo y el desenlace. En su intento por hacer reír a los demás, la protagonista se olvidó de sí misma. Expresa que en el chiste está soslayada una historia de vida de sufrimiento y está cansada de ocultarla.
Hannah Gadsby es licenciada en Historia del Arte en la Universidad Nacional de Australia. Nació en Tasmania a finales de los setenta, un lugar hostil para crecer siendo «lesbiana, gorda y fea«. La homosexualidad estuvo tipificada como delito hasta 1997 en la isla australiana. La rutina de su show ya no termina con un chiste, sino con la confesión de hechos dolorosos que la marcaron desde su infancia: violaciones, homofobia y mucho machismo. Por ejemplo, cuenta que un día, estaba en la calle al lado de una pareja y el novio pensó que intentaba seducir a su pareja. Lo que comenzó como una anécdota casual, termina en un testimonio desgarrador: ese mismo hombre le dio una paliza. Y que otros tantos la violaron. Dos veces. Nannette es una crítica a que el humor invisibiliza y las historias de vida se pierden en un simple chiste.
En su discurso, afirma que no odia a los hombres, sino que les teme. Y les habla a un grupo concreto, el de los blancos heterosexuales: «No tienen el monopolio de la condición humana. Pero la historia se cuenta como eligieron ustedes. El poder les pertenece«, afirma. Además, menciona a hombres que utilizaron su poder, su status y su fama para sus intereses repulsivos: Harvey Weinstein, Donald Trump, pasando por Pablo Picasso, Woody Allen y Roman Polanski. El arte, durante muchos años sirvió para invisibilizar actos abusivos y venerar figuras misóginas.
Hannah Gadsby ha vuelto con un nuevo stand up, Douglas, que también se encuentra en Netflix. La comediante está lejos de imitar los pasos de su exitoso show y ofrece un espectáculo de comedia diferente. Se divierte con las repercusiones que tuvo Nannette y se ríe de sí misma afirmando «haber puesto todos los traumas en una sola canasta». Con un gran uso del doble sentido, la retórica y la autoconsciencia juega con todo: los tipos de chistes que hay, los «anzuelos» que los standuperos utilizan para conmover al público. Regresa también a la historia del arte para demostrar que «los hombres que han nombrado las cosas» siempre han dejado de lado a las mujeres.