Ovnis y extraterrestres. Siempre han estado aquí. (6ta Parte)

Continúo con el relato de los Anunnakis, dedicando este y el siguiente capítulo exclusivamente a estos. Este tema es muy extenso, ya que hay mucho que decir de dichos personajes. Por esto, en el artículo anterior, te prometí profundizar más, en el origen de los visitantes de Nibiru. Información que nuevamente te pido, evalúes con el más común de los sentidos.

Como dijimos anteriormente, hace 450.000 años aproximadamente, llego a la tierra una misión expedicionaria, proveniente de un planeta cercano a nuestro sistema solar. Este, orbita entre una estrella marrón enana y nuestro Sol. Con un movimiento de traslación elíptico, que completa en 3600 años terrestres y dicho periodo, era denominado «sar» por los sumerios.

Estos humanoides de Nibiru, se encontraron con un grave problema en su planeta, que ponía en peligro la existencia del mismo. Su atmósfera comenzó a agujerearse, al perder grandes zonas de su capa protectora natural, que impedían el paso de radiación espacial perjudicial. Tal como ha pasado, en menor medida con nuestra capa de ozono en la actualidad.

En busca de un mineral para salvar a su planeta

Los científicos de Nibiru, estudiaron bien la problemática de su atmósfera, y barajaron las posibles soluciones: llegando a la conclusión, que usando oro suspendido en la capa atmosférica solucionarían eficientemente esta problemática. La solución consistía en transformar el oro, en oro monoatómico y convertirlo en la nueva capa protectora de su planeta. Pero había un inconveniente. A pesar de que en Nibiru existían muchas vetas de oro, no había en las cantidades necesarias para lo requerido.

Esta raza, ya dominaba el viaje espacial, pero el avance alcanzado no les permitía recorrer grandes distancias clasificadas en años luz. Es decir, no dominaban ni la velocidad de la luz y mucho menos la hiper espacial. Ya conocían los planetas cercanos a Nibiru que orbitaban alrededor de la estrella marrón, y sabían que no contenían oro en las cantidades necesarias. Por lo que optaron por explorar los planetas de la estrella vecina; nuestro Sol.

No tenían problemas en hacer largos viajes a la velocidad que dominaban, pues, al parecer, un año de vida de estos seres, equivale a 3600 años de vida nuestro. Pero no podían darse el lujo de esperar tanto, aventurandose a otros sistemas, pues, su atmósfera no resistiría mucho tiempo. Tomando en cuenta, que un año de vida de un terrícola equivale al tiempo que tarda la tierra en completar una vuelta al sol. Es lógico pensar, que el año de vida de un Anunnaki, equivale al tiempo que su planeta completa una orbita alrededor de el sistema binario, compuesto por nuestro Sol y su estrella marrón.

Detectan oro en la Tierra

Para el momento de dirigirse con sus naves a explorar nuestros planetas, casualmente era el momento en que su planeta comenzaba adentrarse en nuestro sistema solar. Por consiguiente estaba más cerca de estos. Explorando primero los planetas exteriores, siendo descartados por su composición gaseosa y luego los planetas interiores rocosos. Descartan marte y sus sondas exploradoras llegaron a la tierra mientras sus naves apenas alcanzaban la órbita del planeta marciano.

Quedan sorprendidos y a la vez aliviados, al constatar que este planeta azul, poco explorado por ellos, no solo tenía el preciado mineral buscado, sino, que lo tenía en tal abundancia, que podrían reparar la atmósfera de Nibiru, diez mil veces. Por lo que, emprendieron la marcha sin demora a nuestro planeta y aterrizaron en la zona más cercana a las mejores vetas, detectadas en ese primer momento por sus sondas.

La zona escogida de aterrizaje fue en la antigua mesopotamia, hoy conocida como el oriente próximo, ocupado por parte de Irak, Turquía, Siria e Irán. Allí establecieron su base central y comenzaron a planear cuales serian los primeros sitios donde comenzaría la extracción de oro. Otra comitiva de sus científicos, liderada por un tal Enki, maravillado, exploraban la vida vegetal y animal existente en este planeta tan hermoso parecido a un paraíso.

Aunque increíble por lo fantástico, es necesario no juzgarlo con el dogmatismo científico de nuestra humanidad actual, sino con el potente sentido común de lo posible. Por eso te invito a conocer en el próximo capítulo, a Enki y a Enlil, los jefes científico y militar, respectivamente, de esta primera expedición de los Anunnakis.

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