Las razas no existen: lo dice la ciencia

La idea de razas comenzó a gestarse en el siglo XVIII. La antropología se centró en el estudio de restos de esqueletos humanos y tenía como objetivo identificar fenómenos evolutivos y de variabilidad humana. Conforme se descubrían nuevos territorios y poblaciones, fue necesario, según los naturalistas europeos, clasificar los seres humanos según sus rasgos. En conclusión, se pudo constatar que las razas no existen.

En lugar de percibir los diversos rasgos humanos como resultado de la selección del medio ambiente, se interpretó desde una perspectiva cultural. Así, se constituyó la idea de que los rasgos europeos eran “superiores, equilibrados y estéticos”. Eran el reflejo de la inteligencia, la educación y el progreso occidental de la época de la ilustración.

Por otro lado, estaban los rasgos africanos, considerados “primitivos, toscos y exóticos”. Fueron durante siglos símbolos de una población caracterizada por occidente como “ignorante e incivilizada”. Esa idea fue de a poco derribada y ahora la idea aceptada por la ciencia es que las razas no existen.

El ADN y la raza

Cuando los científicos compilaron el primer genoma humano completo, sumaron partes de varios individuos identificados como “multirraciales”. Los resultados mostraron que “el concepto de raza carece de base genética y científica”. Esas fueron las palabras de Craig Venter, precursor en la secuenciación del ADN, cuando lo expuso en el año 2000.

En un estudio de 1972 realizado por el profesor de Harvard Richard Lewontin se analizaron unas proteínas contenidas en la sangre de diferentes poblaciones. Los resultados no mostraron diferencias significativas desde el punto de vista molecular para separar razas humanas.

Estudios posteriores contribuyeron a verificar que la secuencia de bases (las unidades que forman la información genética) en el ADN humano es idéntica al 99,9%, lo que demolió por completo la posibilidad de encontrar un parámetro fiable para definir las razas.

Todos estamos emparentados

La investigación en los genes desarrollada durante las últimas décadas ha revelado dos certezas. La primera es que todos estamos estrechamente emparentados, ya que poseemos la misma colección de genes que varían ligeramente (excepto en el caso de los gemelos). La segunda verdad, que se logró al reconstruir un tipo de árbol genealógico de poblaciones humanas, es que todas personas vivas somos africanas.

El Homo Sapiens, surgió en África en un momento y lugar que no se conoce con exactitud. Según el fósil más reciente hallado en Marruecos, los rasgos anatómicamente modernos empezaron a aparecer hace 300.000 años. Los 200.000 años siguientes las personas siguieron viviendo en el continente, hasta que empezaron a desplazarse a diferentes regiones y perdieron contacto, por lo que se fundaron nuevas poblaciones.

La raza es un invento

Gracias a la secuenciación genética, la ciencia ha reconstruido el camino de la migración humana y con ello introdujo nuevos modos de entender la diversidad. Actualmente, a través de los análisis genéticos que se pueden realizar con muestras de saliva, puede determinarse el origen de las personas, en que se revela desde dónde proviene su ADN.

La idea de raza aún sigue siendo defendida y propagada por sectores ultranacionalistas y neonazis. Significa un atraso para la ciencia y más aún para la lucha por derechos de sectores históricamente oprimidos. Es necesario reconocer las variedades antropológicas dadas por el entorno ambiental y no como una selección cultural de superioridad.

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