Los pensamientos negativos son denominados por los neurólogos como ANTs (por sus siglas en inglés) y los definen como un ejército de hormigas que caminan por nuestro cerebro. Esa es la inquietante imagen es la que puede generar ataques de ansiedad o hasta ataques de pánico. Cuando los pensamientos conquistas y ganan nuestra mente, anulamos el presente, el aquí y ahora.
El crecimiento de los ANTs fue exponencial en esta época de incertidumbre, pandemia, alienación tecnológica, pérdida de empleos, deudas, encierro y aislamiento. Cambiar la forma de pensar para aprovechar al máximo los recursos disponibles es necesario para que los pensamientos negativos no ganen terreno en nuestra cabeza. Así lo sugieren varios libros sobre neurociencias, psicología, creatividad e innovación; algunos hasta se volvieron best sellers y masificaron el conocimiento sobre cómo funciona nuestro cerebro.
“Un viejo proverbio chino dice: ‘Cuando el viento cambia de dirección, unos construyen muros, otros construyen molinos’. En las épocas de cambio, nuestro instinto natural es el de excavar un agujero o construir muros que nos protejan”, expresan Dorte Nielsen y Sarah Thurber en Conexiones creativas (2018), libro centrado en la tesis de que la habilidad de establecer conexiones es esencial para desarrollar la creatividad.
Salir de la zona de confort
No hay innovación sin creatividad y no hay creatividad sin riesgo. Parte de salir de los ANTs tiene que ver con dejar la zona de confort, con hacer cosas nuevas que le den tranquilidad a la mente. A veces, nos sentimos acomodados y no cómodos. Acomodarse es hacer un esfuerzo por sentirnos bien, mientras que la comodidad natural y fluye.
Los pensamientos son positivos y negativos, pero esa valoración se la damos nosotros. La mente crea y fluye con pensamientos arbitrarios, aleatorios, como una combinación de experiencia, lo sensitivo y nuestro ego. Pero quedarse en la mente nos aleja del presente.
Identificar cuáles son los pensamientos negativos, que existen gracias a la esencia de nuestra mente y que no quieren destruirnos, ya que sólo están ahí, puede ayudarnos a escucharlos, pero no darles importancia. Lo que realmente tiene importancia es el ahora, nuestra respiración y lo que estamos haciendo en este segundo.
