5 consejos que nos ayudarán a cuidar el cerebro

Para mantener el cerebro en buen estado no solo son importantes los cuidados que se le procuren, sino también el trato integral que recibe el cuerpo y el tipo de actividad mental imperante. Debemos entender que cuerpo y mente forman parte de lo mismo y que debemos cuidarlos por igual. Por eso, es necesario cuidar el cerebro.

De la misma manera que relajar la musculatura corporal puede cambiar el funcionamiento del cerebro y las vivencias mentales, escuchar una música o ver un rostro determinado puede modificar la bioquímica cerebral y la dinámica corporal. Ser conscientes de esa interacción abre unas enormes expectativas y posibilidades a la hora de cuidar de esos seres complejos que somos. Estos son algunas recomendaciones que nos ayudarán a cuidar el cerebro.

Nutrición para un cerebro en forma

El cerebro necesita una gran cantidad de energía para poder llevar a cabo sus funciones. Su consumo energético diario es de unas 400 calorías, lo que representa un 25% del metabolismo integral.

La glucosa es su combustible fundamental: por sí solo consume cada día entre 100 y 110 gramos, por lo que es importante repartir su ingesta a lo largo del día. En especial, es importante asegurar su presencia en el desayuno.

Su disponibilidad es tan importante que todo el metabolismo energético gira alrededor del mantenimiento de la glucemia (concentración de glucosa en la sangre).

Cuidar la calidad de las grasas, aportar cantidades suficientes de proteínas y proporcionarlas cantidades recomendadas de vitaminas y minerales son otros aspectos esenciales para nutrir adecuadamente el cerebro.

Para cuidar al cerebro necesitamos dormir

Nos pasamos una tercera parte de la vida durmiendo. ¿Tiene sentido invertir tanto tiempo en un estado que nos priva de contacto con el entorno? La respuesta es sí, ya que el sueño parece tener como fin esencial garantizar un funcionamiento óptimo del cerebro.

Se ha señalado, por ejemplo, que para que tener un correcto aprendizaje y procesamiento de la memoria es necesario que todo el ciclo vigilia-sueño discurra de forma normal y armónica.

La tarea inconsciente del cerebro durante el sueño es un aspecto clave que afecta a los procesos cognitivos que el cerebro realizará durante la próxima vigilia. El sueño nos hace diferentes al despertar y más aptos para la vida.

Si no dormimos, nuestras habilidades cognitivas se verán alteradas al día siguiente, de modo que el mal funcionamiento del cerebro será el coste de la falta de descanso nocturno.

El efecto del ejercicio físico en el cerebro

Cada vez hay más evidencias que demuestran la influencia beneficiosa del ejercicio aeróbico sobre la salud del cerebro a través de diferentes mecanismos. Por ejemplo, la mejora de la salud vascular, de la que se beneficia la red neuronal, o la disminución del estrés.

También existen pruebas de la influencia beneficiosa del ejercicio aeróbico sobre la plasticidad de la corteza cerebral y la capacidad de formar un mayor número de conexiones entre las neuronas.

Para cuidar al cerebro necesitamos ejercitarlo

Los cuidados físicos son una condición necesaria pero no exclusiva ni suficiente para un pleno funcionamiento de nuestro órgano pensante. A menudo se nos olvida que la facultad que tenemos de pensar, sentir y actuar es fruto de la actividad cerebral. El hecho de que esa mente que piensa, siente y actúa sea el producto emergente de la actividad cerebral parece evidente para la ciencia moderna.

Pero, ¿puede darse el proceso inverso? Es decir, a través de los pensamientos, sentimientos y acciones, ¿se puede influir en la estructura y la función del cerebro? El posicionamiento actual de muchos neurocientíficos así lo afirma: no es posible pensar o hablar de la mente sin el cerebro, ni del cerebro sin la mente.

El cerebro puede formar nuevas conexiones, nuevas células y aumentar sus neurotransmisores incrementando su uso. Los recientes descubrimientos indican que la actividad mental puede cambiar el cerebro y Eric Kandel, premio Nobel de Medicina, recuerda que «el aprendizaje implica cambios estructurales y funcionales en el cerebro».

Son numerosas las investigaciones que ponen de relieve la capacidad del cerebro para modificar su función con arreglo al uso también en la edad adulta.

La cuestión es que la labor del cerebro es mental: leer, hablar, calcular, recordar, atender, pensar… no es como tensar un músculo o hacer la digestión. Ese uso pues no es algo físico, ni material, no es algo que manipule el sistema de forma directa o intervenga directamente sobre él.

¿Cómo evitar el envejecimiento cerebral?

Mantener un cerebro activo a lo largo de toda la vida es hoy una aspiración universal. Y podríamos asociarle el lema de que todo lo que se ejercita se mejora. Incluso se plantea como una «inversión» cuando se afirma que quienes hayan mantenido una vida mental activa se acercarán mejor protegidos a la vejez.

La llamada «reserva cognitiva» sería un tipo de almacén de recursos cognitivos al que cada persona va dando forma y contenido a lo largo de su vida. Ese espacio mental está modulado por aspectos como los años de educación, la profesión, las actividades de ocio, el estilo de vida o la genética.

Lo interesante es que las personas mayores con demencia y una elevada reserva cognitiva pueden tardar más tiempo en mostrar problemas de memoria, atención y lenguaje que aquellas otras con una baja reserva. En este sentido, la educación es un factor protector frente al declive mental y la demencia.

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