Byung-Chul-Han

Byun-Chul Han el filósofo que conmociona al mundo por su crítica ante el coronavirus

Algunas frases de Byun-Chul Han sobre la pandemia conmocionaron al mundo. El influyente filósofo se ha convertido a sus 61 años en toda una celebridad de la crítica cultural en el mundo. El pensamiento del surcoreano no se caracteriza por ser optimista de los tiempos que corren, sino todo lo contrario. Dentro de su obra hay una fuerte crítica al sistema de hiperconectividad, masividad de información, explotación laboral y alienación.

Nació en Corea del Sur, uno de los países más inmersos en la revolución tecnológica actual y que ocupa los principales lugares de tasas de suicidios. La mirada crítica sobre su país de origen se desarrolló al estudiar en Alemania, donde se formó en filosofía, literatura y teología. Hoy es docente en la Universidad de Artes de Berlín y uno de los filósofos más reconocidos en el planeta.

El éxito de su divulgación tiene que ver con lo paradójico de su manifiesto casi aforista. Si bien es alguien que enuncia ideas críticas sobre un presente vinculado con lo efímero, con la dispersión y la intolerancia a lo duradero; sus libros no tienen más de 150 páginas con frases concisas y claras de fácil lectura.

En las últimas horas, el mundo se conmocionó por algunas frases de Byun-Chul Han sobre la pandemia, quién sentenció una dura crítica a las acciones que se llevan a nivel mundial y a las consecuencias que estas pueden traer en el futuro. Han expresó su miedo a que la excusa del Coronavirus sirva para desarrollar un régimen que imponga sistemas de vigilancia y cuarentenas biopolíticas, pérdida de libertad, fin del buen vivir o una falta de humanidad generada por la histeria y el miedo colectivo.

9 frases de Byun-Chul Han sobre la pandemia

La muerte no es democrática: “El coronavirus está mostrando que la vulnerabilidad o mortalidad humanas no son democráticas, sino que dependen del estatus social. La muerte no es democrática. La Covid-19 no ha cambiado nada al respecto. La muerte nunca ha sido democrática. La pandemia, en particular, pone de relieve los problemas sociales, los fallos y las diferencias de cada sociedad. Con la Covid-19 enferman y mueren los trabajadores pobres de origen inmigrante en las zonas periféricas de las grandes ciudades. Tienen que trabajar. El teletrabajo no se lo pueden permitir los cuidadores, los trabajadores de las fábricas, los que limpian, las vendedoras o los que recogen la basura. Los ricos, por su parte, se mudan a sus casas en el campo».

La desigualdad social: “La pandemia no es solo un problema médico, sino social. Una razón por la que no han muerto tantas personas en Alemania es porque no hay problemas sociales tan graves como en otros países europeos y Estados Unidos. Además, el sistema sanitario es mucho mejor en Alemania que en los Estados Unidos, Francia, Inglaterra o Italia”.

El autoritarismo por sobre la democracia: “El segundo problema es que la Covid-19 no sustenta a la democracia. Como es bien sabido, del miedo se alimentan los autócratas. En la crisis, las personas vuelven a buscar líderes. El húngaro Viktor Orban se beneficia enormemente de ello, declara el estado de emergencia y lo convierte en una situación normal. Ese es el final de la democracia”.

Sistemas de vigilancia: “Con la pandemia nos dirigimos hacia un régimen de vigilancia biopolítica. No solo nuestras comunicaciones, sino incluso nuestro cuerpo, nuestro estado de salud se convierten en objetos de vigilancia digital. El choque pandémico hará que la biopolítica digital se consolide a nivel mundial, que con su control y su sistema de vigilancia se apodere de nuestro cuerpo, dará lugar a una sociedad disciplinaria biopolítica en la que también se monitorizará constantemente nuestro estado de salud”.

Estado de guerra permanente: “El virus es un espejo, muestra en qué sociedad vivimos. Y vivimos en una sociedad de supervivencia que se basa en última instancia en el miedo a la muerte. Ahora sobrevivir se convertirá en algo absoluto, como si estuviéramos en un estado de guerra permanente. Todas las fuerzas vitales se emplearán para prolongar la vida. En una sociedad de la supervivencia se pierde todo sentido de la buena vida. El placer también se sacrificará al propósito más elevado de la propia salud”.

La histeria de la supervivencia: “La pandemia vuelve a hacer visible la muerte, que habíamos suprimido y subcontratado cuidadosamente. La presencia de la muerte en los medios de comunicación está poniendo nerviosa a la gente. La histeria de la supervivencia hace que la sociedad sea tan inhumana. A quien tenemos al lado es un potencial portador del virus y hay que mantenerse a distancia. Los mayores mueren solos en los asilos porque nadie puede visitarles por el riesgo de infección. ¿Esa vida prolongada unos meses es mejor que morir solo? En nuestra histeria por la supervivencia olvidamos por completo lo que es la buena vida”.

Lo que sacrificamos por permanecer vivos: “Por sobrevivir, sacrificamos voluntariamente todo lo que hace que valga la pena vivir, la sociabilidad, el sentimiento de comunidad y la cercanía. Con la pandemia además se acepta sin cuestionamiento la limitación de los derechos fundamentales, incluso se prohíben los servicios religiosos. Los sacerdotes también practican el distanciamiento social y usan máscaras protectoras. Sacrifican la creencia a la supervivencia. La caridad se manifiesta mediante el distanciamiento. La virología desempodera a la teología. Todos escuchan a los virólogos, que tienen soberanía absoluta de interpretación. La narrativa de la resurrección da paso a la ideología de la salud y de supervivencia. Ante el virus, la creencia se convierte en una farsa”.

La exageración: “El pánico ante el virus es exagerado. La edad promedio de quienes mueren en Alemania por Covid-19 es 80 u 81 años y la esperanza media de vida es de 80,5 años. Lo que muestra nuestra reacción de pánico ante el virus es que algo anda mal en nuestra sociedad”.

China exhibirá la superioridad de su sistema por sobre Occidente: “La Covid-19 probablemente no sea un buen presagio para Europa y Estados Unidos. El virus es una prueba para el sistema. Los países asiáticos, que creen poco en el liberalismo, han asumido con bastante rapidez el control de la pandemia, especialmente en el aspecto de la vigilancia digital y biopolítica, inimaginables para Occidente. Europa y Estados Unidos están tropezando. Ante la pandemia están perdiendo su brillo. El virus no detiene el avance de China. China venderá su estado de vigilancia autocrática como modelo de éxito contra la epidemia. Exhibirá por todo el mundo aún con más orgullo la superioridad de su sistema. La Covid-19 hará que el poder mundial se desplace un poco más hacia Asia. Visto así, el virus marca un cambio de era”.

Estas frases de Byun-Chul Han sobre la pandemia que azota en la actualidad nos permite reflexionar sobre el estado de nuestra sociedad, el doble filo de la tecnología ser críticos ante cada medida de los gobernantes para estar atentos ante futuras consecuencias.

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