El gen CD38 está involucrado en la conducta de apego de los animales no humanos. Dentro de sus variaciones podrían asociarse las pautas que rigen las relaciones sentimentales de las personas en la vida cotidiana con su pareja. Así lo reveló un nuevo estudio liderado por Jennifer A. Bartz, profesora asociada en el departamento de psicología en McGill University (Montreal, Canadá) y publicado en Scientific Reports.
Para llegar a esta conclusión, los autores del trabajo examinaron datos de 111 parejas heterosexuales (222 individuos) que informaron acerca de su conducta social. Se incluían actividades como reír en compañía de otras personas, hacer comentarios sarcásticos y pedir favores o hacerlos. El objetivo era medir la percepción que tenían sobre la conducta de su pareja y sus sentimientos durante las interacciones con el otro durante un periodo de 20 días. Del total de participantes, 118 (65 mujeres y 53 varones) proporcionaron también información genética.
Los investigadores encontraron que una variación del gen CD38 – CD38.rs3796863– se asociaba con una conducta individual común, como la expresión de afecto y las interacciones diarias con su pareja. Esta variación genética tiene dos variantes o alelos: A y C. El gen puede, por lo tanto, estar presente en forma de tres combinaciones o genotipos: AA, CC y AC.
La genética determina nuestros vínculos
Los individuos con el genotipo CC refirieron un comportamiento más social que los individuos con los genotipos AA o AC. Además, eran más propensos a ver a sus parejas como parte de esa forma social de relacionarse. Estas personas también tienden a experimentar menos sentimientos negativos como preocupación, frustración o angustia, que los genotipos AA o AC. Los individuos CC también indicaron que tenían una mayor capacidad para adaptarse a las relaciones, incluyendo percepciones sobre la calidad de la relación y el apoyo.
Los autores también observaron un patrón en las parejas: la propia conducta del participante, su percepción del comportamiento de su pareja y su experiencia de sentimientos negativos y adaptación a la relación tenían que ver tanto con el genotipo de su pareja, como con su propio genotipo. Por ello, estos expertos sugieren que las variaciones en CD38 puede desempeñar un papel clave en los comportamientos y las percepciones que sustentan los vínculos humanos.