Inventora alcohol en gel

La increíble historia de la inventora del alcohol en gel

Corría el año 1966 en Bakersfield, una pequeña ciudad de California a 160 km de Los Ángeles. Lupe Hernández veía una entrevista en un late night show a un hombre que le contaba entre risas al conductor que parte de su fortuna la había hecho con sus inventos. El invitado aconsejaba a los televidentes a patentar ideas y dio un número de teléfono para hacerlo. Lupe llamó a ese número y patentó un producto que en esta época es primordial: fue la inventora del alcohol en gel.

La joven era estudiante de enfermería en ese momento y se preocupaba al pensar que para realizar los procedimientos cotidianos que le exigiría su profesión no siempre contaría con agua y jabón para lavarse. Sólo podría usar estos productos al comienzo y al final de la jornada laboral. Cómo suele suceder con las grandes ideas, la casualidad la llevó a materializarla.

En ese entonces, se sabía la importancia de la asepsia, pero sólo era rigurosa en operaciones quirúrgicas. Se conocían, además, desde hacía casi 100 años las propiedades del alcohol como desinfectante en la medicina. La intención de Hernández era crear una sustancia con presencia de alcohol, fácil de transportar y que acabara con gérmenes y bacterias de las manos.

¿Qué pasó con la inventora del alcohol en gel?

Lo curioso es que no se sabe demasiado sobre la vida de Lupe, figura que fue reconocida por el diario inglés The Guardian. Primero, su nombre había aparecido en un libro sobre personas que hicieron un importante aporte a la enfermería llamado The grow and development of nurse leaders.

Durante dos décadas, sólo profesionales de la salud utilizaban el invento, que era fabricado por laboratorios exclusivamente para hospitales y después para las fuerzas armadas. Recién en 1988 la empresa Gojo lo comercializó con su línea Purell de manera masiva.

El producto tuvo su explosión de popularidad en 2009, año de la Gripe A, Las campañas de concientización lo recomendaban junto con el lavado de manos constante. Hoy se comercializa con diversos colores y aromas y, si bien se aconseja lavarse las manos como práctica más efectiva, es una buena alternativa ya que elimina más del 99% de bacterias y gérmenes.

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