Epecuén

Epecuén: la ciudad fantasma de la pampa argentina

Un viajero inadvertido que tropezara con las ruinas de Epecuén se encontraría con un paisaje inexplicable. ¿Una ciudad bombardeada? ¿Una explosión nuclear? ¿Un espejismo provocado por la monotonía infinita de la pampa argentina? La realidad, sin embargo, es más elemental, aunque no menos trágica. Se trata de una pequeña villa turística que estuvo bajo las aguas durante más de un cuarto de siglo.

Lentamente, centímetro a centímetro, la naturaleza ha ido devolviendo lo que un día se tragó de manera repentina. Árboles muertos, edificios destruidos, hierros oxidados: es todo lo que queda de una ciudad que supo ser un destino turístico pujante. Todo se fue con el agua. También los recuerdos y los sueños de los habitantes que tuvieron que abandonarla para siempre.

Esplendor y hundimiento de Epecuén

Fundada a principios del siglo XX sobre la orilla del lago del mismo nombre, Epecuén se transformó en un destino turístico relevante. En un principio, para las clases altas de la sociedad. Luego, tras la llegada del ferrocarril, de forma masiva.

Las propiedades curativas de sus aguas saladas, parecidas a las del Mar Muerto, ya eran conocidas para los aborígenes que habitaban la región. Tras la expulsión de sus habitantes originarios, comenzó la explotación comercial. La promesa de una cura rápida para todo tipo de enfermedades atrajo cada vez a más y más visitantes. Las inversiones hoteleras y comerciales fueron acompañando esa continua expansión. Era una ciudad floreciente.

En 1985 toda esa prosperidad se vino abajo. Una temporada de fuertes lluvias, sumada a una serie de controvertidas decisiones políticas, condenó su destino para siempre. Ante la incredulidad de sus habitantes, que se negaban a aceptar que la ciudad pudiera inundarse, las aguas fueron ganando terreno. Al poco tiempo, Epecuén quedó completamente hundida.

Las crónicas de la época no ahorran circunstancias trágicas. Los cadáveres flotando en la laguna luego de que se inundara el cementerio son solo una muestra. Sin embargo, los años pasaron y la villa turística se convirtió en un recuerdo. Quedaban las fotos, los testimonios, las anécdotas. La ciudad yacía bajo su tumba de agua salada.

El resurgimiento de la villa turística

A medida que las aguas fueron bajando, los visitantes regresaron. Como si esa capacidad de atraer a las personas estuviera en el destino propio de la villa, bajo cualquier circunstancia. Aunque se han retomado algunos proyectos turísticos que involucran el disfrute de la laguna, las ruinas de la ciudad constituyen su mayor atracción.

En la actualidad, se ha transformado en un excelente escenario para todo tipo de actividades artísticas. Fotografía, cine de terror, clips musicales. Las familias llegan de todas partes para recorrer su paisaje desolado y blanco.

Epecuén es un fantasma en medio de la nada. Pero un fantasma que convoca gente, que inspira. Porque, en el fondo, aunque no nos atrevamos a confesarlo abiertamente, también nos atrae la destrucción. ¿O no?

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